Tras un año de trabajo coordinado, la red de comedores jesuitas participantes del proyecto repartió más de 140 mil raciones de alimento en las zonas vulnerables de Cusco, Lima y Tacna. El proyecto Comedores con Misión espera continuar llevando ayuda durante el 2024.
En un contexto en el que el 11.7% de niños y niñas menores de 5 años en el Perú sufren de desnutrición crónica (INEI, 2023), iniciativas como Comedores con Misión significan una oportunidad para acceder a una alimentación nutritiva, sobre todo en las zonas más vulnerables. Así, este año el proyecto repartió +140 mil raciones de alimento a través de siete comedores.
La atención de los centros estuvo gestionada por las Parroquias jesuitas de Quispicanchi (cinco comedores en Cusco: Andahuaylillas, Urcos, Huaro, Marcapata y Ocongate), el Centro Loyola de Tacna (un comedor en Tacna) y PEBAL La Inmaculada (un comedor en Lima). En todos los casos, se buscó suministrar alimentos y mejorar la nutrición de personas en situación de vulnerabilidad.
Para el Comedor Garanzini (Lima), además del acceso a una alimentación nutritiva, el proyecto también incluyó la capacitación de madres de familia en clases de cocina, la plantación de árboles y la instalación de dos atrapanieblas y un sistema de riego. Esto, por las condiciones de la zona en la que se ubica el comedor de Pamplona Alta de San Juan de Miraflores.
Cena Navideña en Comedor Garanzini
El comedor ubicado en San Juan de Miraflores, además, celebró una Cena Navideña el pasado 20 de diciembre. Madres y padres de familia, junto a sus hijos, se reunieron para compartir la celebración, no solo de las fiestas, sino del arduo trabajo realizado a lo largo de este 2023.
Más de 30 personas beneficiarias del comedor asistieron, mostrando su agradecimiento con el proyecto. Una de ellas, Alejandrina Sabolla – miembro de la Junta Directiva del comedor Garanzini – expresó “Cuando inició la idea de este comedor (antes del proyecto Comedores con Misión), todas las personas de la comunidad nos unimos. Cooperando y colaborando pudimos hacer una olla común, pero fue con el apoyo de ustedes, a través de PEBAL, que pudimos implementar el espacio y llegar a más personas; fue una bendición grande”. Asimismo, Alejandrina destacó el acceso a herramientas de emprendimiento que les ofreció PEBAL: “Nos facilitaron clases de repostería y panadería, y ahora, a partir de eso, podemos hacer ventas y obtener recursos para nuestras familias”.
Por su parte, Elizabeth Mazeto – beneficiaria y miembro de la Junta Directiva del comedor Garanzini – resaltó las habilidades administrativas que le brindó la experiencia del comedor: “Este proyecto nos ha ayudado a organizarnos y a aprender sobre la gestión del comedor. Trabajamos juntos como comunidad y cada uno aporta su granito de arena. Estoy eternamente agradecida por todo el apoyo, por las capacitaciones y el acompañamiento”.
Sobre el aporte ambiental del proyecto, Zaida Jiménez – beneficiaria y miembro de la Junta Directiva del comedor Garanzini – destacó: “Soy parte del Comité Ambiental y me encargo de supervisar el riego de las plantas, el mantenimiento del atrapaniebla y el llenado de los tanques de agua (…) El cuidado de las plantas y del ambiente es muy importante, no solo para mejorar la calidad del oxígeno, sino para que más personas se sientan motivadas a venir hasta aquí”.
Comedores con Misión, como proyecto, es financiado gracias al apoyo de Numay, empresa peruana con un alto espíritu de servicio dedicada a la venta de combustibles y derivados de hidrocarburos, e Ignatian Legacy Fellows, un programa para líderes miembros de universidades jesuitas americanas, futuros agentes de reconciliación en el mundo.
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