[ENTREVISTA] ANALÍ BRICEÑO DE ENCUENTROS SJM SOBRE EL DÍA DEL MIGRANTE: “MIGRAR ES PARA VALIENTES”

Fotografía: Stock Misión Jesuita

En un diálogo con Analí Briceño, Coordinadora Nacional de Encuentros Servicio Jesuita al Migrante (SJM) – obra que hace parte de Misión Jesuita –, reflexionamos acerca de los principales retos que enfrenta la población migrante y refugiada en un país tan fragmentado como el nuestro.

¿Cuáles son las principales razones por las que las personas migran?

Son muy diversas. Ya sea para mejorar las condiciones de vida, para buscar un mejor trabajo o por motivos familiares, los motivos son amplios. Sin embargo, puntualmente en nuestro país, los últimos flujos migratorios se han dado de parte de la población venezolana, que migra motivada por la grave crisis económica, social y política que se vive en su país.

De acuerdo a tu experiencia en Encuentros SJM, ¿qué tan significativa es la distinción entre migrante y refugiado?

Hay una diferencia sustancial y una línea muy delgada entre la voluntad de migrar y la necesidad de migrar. El migrante es quien puede y decide, bajo su autonomía, salir de su país, sea para mejorar sus condiciones de vida, salud, familia o estudios. Mientras que el refugiado se ve obligado a salir porque ha vivido una situación de persecución, no puede volver a su lugar de origen, está siendo atemorizado o perseguido por motivos de raza, religión y/o pertenencia a un grupo vulnerable.

Claro, y no por eso el camino del migrante es más sencillo…

Exacto, porque migrar es de valientes. Salir de la zona de confort, dejar atrás familia, adoptar nuevas costumbres, es una mochila muy pesada con la que cargan los migrantes. Enfrentarse a procesos de integración en nuevos países es difícil, pues siempre hay un sentimiento sostenido de añoranza y duelo; migrar es para personas resilientes.

A propósito de estos obstáculos que mencionas, ¿a qué otras problemáticas se enfrentan los migrantes una vez aquí en el país?

El primer desafío es cómo acceden a sus derechos. Los problemas legales, sobre todo en relación con los requisitos que exige el Estado peruano – muchas veces imposibles de realizar – ocasionan que las personas sin documentación o permisos en regla no puedan acceder a derechos esenciales como a la salud. Según un último estudio de Equilibrios CenDE, solo el 8% de la población extranjera en total ha tenido acceso a un servicio de salud de parte del Estado.

En cuanto a temas sociales, otro desafío es el que respecta a los procesos de integración entre migrantes y la población peruana. La criminalización de la migración dificulta la inclusión, pues la población de acogida difícilmente brinda oportunidades a la población migrante debido a la falsa sensación de inseguridad ciudadana como resultado de los desplazamientos migratorios; creencia impulsada por los medios de comunicación amarillistas.

¿Cómo se inserta Encuentros SJM en este contexto y en la red de obras jesuitas?

La Compañía de Jesús tiene diferentes obras sociales que trabajan con personas en situación de vulnerabilidad. La mayoría de estas estábamos agrupadas por la Red del Servicio Jesuita de la Solidaridad (SJS) que tenía presencia en distintas regiones del país. Sin embargo, desde el 2017 aproximadamente, el servicio a personas migrantes ha ido creciendo y especializándose, generando una propia red con oficinas en Tumbes, Piura, Tacna, Lima y Arequipa, produciéndose el cambio de nombre a Servicio Jesuita al Migrante (SJM), que todavía hace parte de la SJS, pero crece bajo una lógica particular.

Entonces, para hacerle frente a la dolorosa situación que viven los migrantes y refugiados, ¿qué acciones se realizan desde Encuentros SJM?

Tenemos cuatro líneas de acción: atención psicosocial, legal, servicio comunitario y en medios de vida. Para la primera de ellas, la psicosocial, tenemos los Centros de Refugiados y Migrantes (CAREMIS), cuyo trabajo consiste en identificar las necesidades de esta población y asistirlas de manera oportuna y especializada, incluso en forma de asistencias económicas.

En el tema legal, la Clínica Jurídica Pedro Arrupe para Migrantes y Refugiados, asociada a la Ruiz de Montoya, ofrece acceso a servicio legal gratuito. Además, a través del acompañamiento de abogados y abogadas, de manera presencial y virtual, se quiere facilitar también la regularización de ciertos permisos requeridos.

El Servicio Comunitario se da a través de ferias y jornadas, en donde también ponemos a disposición de la población nuestros servicios en espacios abiertos (municipalidades, iglesias) para involucrar a la sociedad peruana e incentivar la apertura de las instituciones a facilitar los procesos de integración.

Finalmente, el Servicio en Medios de Vida, mediante el cual potenciamos ideas de negocio y emprendimientos de aquellos migrantes que ya tienen un poco más de tiempo establecidos en el país. Ayudamos a implementar ciertas capacidades técnicas, a generar espacios de oportunidad brindando, por ejemplo, capitales semillas.

Respecto al trabajo de la Clínica Jurídica Pedro Arrupe para Migrantes y Refugiados, ¿a cuántas personas, aproximadamente, se ha brindado asesoría?

Según el último informe, hemos llegado a orientar a más de 15 mil personas, entre venezolanos, colombianos, haitianos y personas de Medio Oriente.

¿Qué tan importante es el trabajo en coordinación con otras obras de Misión Jesuita?

Para empezar, la Compañía está presente en nuestro trabajo siempre. Si bien tenemos mucho tiempo de trabajo y muchas actividades con la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, en Tacna nos apoyamos bastante del Centro Loyola y el Centro Cristo Rey, para el acompañamiento de niños migrantes; tal cual ocurre en Piura con el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA). En cada lugar en el que tenemos presencia, siempre buscamos el cómo conectar con otras obras.

¿Cuál es el siguiente paso que podría potenciar el trabajo que realizan desde Encuentros SJM?

El acompañar a personas en situación de vulnerabilidad ya es una prioridad, pero siempre puede potenciarse. Como mencioné, ciertamente existe un fuerte trabajo de coordinación con las obras. El siguiente paso, entonces, podría ser incrementar las actividades compartidas entre obras de Misión Jesuita, para fortalecer la atención y el acompañamiento a este grupo tan descuidado por la sociedad.

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SERVICIO JESUITA AL MIGRANTE (SJM) CUMPLE 40 AÑOS EN EL PERÚ

Servicio Jesuita al Migrante (SJM) celebra 40 años al servicio.

Hace 40 años, un 14 de noviembre de 1980, se creó el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS, en sus siglas en inglés), un legado de su fundador el Padre Pedro Arrupe SJ, que, hoy, continúa trabajando para acoger a quienes se ven forzados a abandonar el propio hogar y el propio pueblo para buscar mejores oportunidades de vida. 

En Perú, este servicio jesuita ha ido consolidándose en la última década. Por ello, quisimos conmemorar los 40 años de esta importante obra mundial compartiéndoles acerca de los avances y desafíos que tiene en nuestro país. A continuación, presentamos la entrevista que tuvimos con Analí Briceño, coordinadora de la Clínica Jurídica Pedro Arrupe SJ, iniciativa que forma parte del Servicio Jesuita al Migrante (SJM), como también se conoce a esta importante obra jesuita.

1) ¿Qué es el Servicio Jesuita al Migrante y qué servicios presta el SJM en Perú? 

Encuentros Servicio Jesuita al Migrante (SJM), es una obra de la Compañía de Jesús con la misión de acompañar, servir y defender a la población migrante, solicitante de refugio y refugiada. Especialmente, aquellos que se encuentran en situación de desprotección y, por cuyo contexto, su dignidad humana se ve vulnerada. Los tres ejes de nuestra misión fortalecen y guían nuestro proceder institucional en la búsqueda de un trabajo de calidad con rostro humano. 

A través de nuestros servicios de atención psicosocial, legal, medios de vida y comunitaria ofrecemos una intervención integral. Enfocado en la restitución de derechos y la promoción de una vida digna.  Nuestro espíritu de servicio y solidaridad con el prójimo, nos compromete en la búsqueda de acciones transformadoras y duraderas. Así, en el contexto de la COVID-19 y movidos por el Magis ignaciano, transformamos todos nuestros servicios presenciales a medios virtuales. Además, creamos una plataforma de atención PACO, por la que hemos venido canalizando las demandas y acompañado a miles de familias.

2) ¿Qué significa ser migrante en el Perú? 

La xenofobia y políticas migratorias poco inclusivas, han hecho que la población migrante, en su mayoría de origen venezolano, se vea excluida. Por ello, nuestro trabajo se enfoca en aquellos que enfrentan desafío de integración local. Principalmente, en el acceso a servicios, a un trabajo formal, facilidades de regularización documentaria, satisfacción de necesidades básicas y otros servicios que obstaculizan que puedan tener una vida digna.

La crisis derivada de la COVID-19, perjudicó a todo el Perú, pero en especial a la población migrante. Algunos casos que acogimos perdieron sus trabajos, fueron desalojados, agotaron sus ahorros, no recibieron atención primaria por falta de documentación y no fueron incluidos en las ayudas estatales. Durante este último periodo, se evidenció la falta una perspectiva migratoria en las respuestas estatales; salvo, en el proceso de vacunación y la apertura del seguro integral de salud en casos de la COVID-19.

3) Nuestro país ha recibido mayor población migrante en los últimos años, lo que, entre otras cosas, ha despertado prejuicios y temores en parte de la población. ¿Cómo explicar este fenómeno y que podríamos hacer para superarlo? 

El proceso migratorio que estamos experimentando nos ha permitido acrecentar en la mano de obra calificada. Ya sea en población económicamente activa y aportes culturales que están cambiando la idiosincrasia nacional. Por ejemplo, en plena pandemia y frente a la crisis de poco personal de la salud, muchos médicos, enfermeras y técnico de diversas nacionalidades se sumaron en la trabajo de salvar miles de vidas.

Entrelazar las culturas que hoy empiezan a coexistir es fundamental para generar cambios reales y concretos. Pues la migración actual, está destinada a la exclusión si no nos sumamos en la construcción de una sociedad más justa y humana. Así, es nuestro deber, como obra jesuita, fortalecer los espacios de diálogo y promoción de la defensa de sus derechos. Centralizar la dignidad humana de toda la población migrante es de vital importancia para un desarrollo sostenible. 

La invitación a todos y a todas es a seguir forjando hermandad, compasión y solidaridad con aquellos que han decidido que el Perú sea su nuevo hogar. Continuemos amando y sirviendo como lo hizo Pedro Arrupe SJ, al iniciar el trabajo con esta población especialmente vulnerable.