ASOCIACIÓN WAYRA DE ANIVERSARIO: UN REPASO A SU HISTORIA

Asociación Wayra trabaja con poblaciones vulnerables de Quispicanchi en Cusco

Asociación Wayra trabaja con poblaciones vulnerables de Quispicanchi en Cusco. En una entrevista con Karem Farfán, Directora ejecutiva de la organización, reflexionamos sobre la necesidad del enfoque de género en una sociedad tan desigual e injusta para las mujeres. 

El origen de Asociación Wayra nos remonta casi 30 años atrás, como una manifestación de una comunidad harta de la violencia. Allá por el 93, un trágico crimen contra una pequeña, Teresa Colque, había despertado en la población reacciones de todo tipo. “Había gente que quería buscar justicia, pero había quienes justificaban lo sucedido, alegando que la niña habría provocado esta violencia.”

En medio de este panorama apareció un jesuita, Carlos Flores, SJ, quien decidió abrir los servicios de defensoría a través de las parroquias. Un espacio de asesoría legal que, hasta el día de hoy, sigue siendo uno de los programas institucionales más importantes de Wayra. “Durante el 2021, hemos brindado atención a casi 250 casos que implican no solo la atención de niños, niñas, adolescentes sino el entorno familiar frente a vulneración de derechos.”

Pero, aún con sus casi 30 años de trabajo, Wayra tendría su constitución formal recién en el año 2005, bajo un enfoque de prevención. Este cambio tan significativo en el abordaje de las problemáticas sociales, da como resultado sus otros dos programas institucionales: el programa de prevención de situaciones de riesgo en adolescentes – que, durante el 2021, acompañó a cerca de 340 adolescentes de primero a quinto de secundaria – y el programa de acompañamiento psicosocial de madres adolescentes y mujeres víctimas de violencia de género – que brindó soporte emocional y acompañamiento a 41 madres en el 2021.

Y es que, para Karem Farfán, hablar de las mujeres de su comunidad es particularmente sensible. A través de su mirada experimentada y su arduo trabajo en Wayra, es capaz de transmitirnos la realidad desigual que enfrenta este grupo. “Es un hecho: la mujer es la principal víctima de violencia intrafamiliar y de género, por su condición de mujer”.

Como un breve repaso por las principales problemáticas que sufren las mujeres, destaca el acceso a la educación. Las niñas cargan con quehaceres del hogar que dificultan sus aprendizajes; además, el tener que trasladarse significa un enorme riesgo. “A diferencia de los niños, la niña está más expuesta a agresiones de parte de su comunidad. Los papás tienen miedo de mandar a sus hijas al colegio”.

El acceso a servicios de salud es también deficiente. No solo la concepción negativa que tiene la comunidad respecto a la planificación familiar, sino también el maltrato que sufren por parte del mismo personal de salud sin una visión intercultural.

El acceso al empleo y la poca participación comunitaria son también barreras muy significativas para las mujeres. “Sobre todo si son mujeres con hijos es muy difícil que accedan a empleos dignos. Ni qué decir de los cargos en la comunidad, que han estado siempre centrados en los hombres.”

Pero la lucha es también ideológica. Una mujer va construyendo su valor en función de la familia que va formando, así esté iniciándose recién en la etapa adolescente. “Cuando la niña va creciendo, ya le empiezan a hablar de tener una pareja y tener hijos. Una mujer joven y sin pareja no es considerada como parte integrante de una comunidad.” La misma comunidad las empuja, entonces, a depender económicamente. “Si es madre soltera, dicen ‘pobrecita’ y la relegan”.

Las mujeres de Quispicanchi, cuenta Karem, enfrentan los estigmas y estereotipos en torno a temas tan cotidianos como la menstruación. Durante cierto periodo del mes, las niñas de Quispicanchi son consideradas impuras y sucias. “De hecho es una de las causas por las cuales las niñas y adolescentes dejan de asistir a sus labores escolares”. 

Aun así, a pesar de lo que ha visto y vivido Karem, también nos explica que los estigmas tan fuertes en torno a las mujeres pueden tener una explicación razonable. “Lo cultural juega un papel muy importante. Por ejemplo, las mujeres son el ‘reflejo’ de la Pachamama, que representa la fertilidad, y se espera de ellas que den frutos, que tengan hijos.”

Esta explicación da pie a una de las nociones más claras que tiene Karem sobre el trabajo de Wayra en la provincia de Quispicanchi. “Es clave articular los tres enfoques: el enfoque de derechos, el enfoque de género y el enfoque intercultural”.

Finalmente, en el marco del próximo día de la mujer, Karem sostiene que más organizaciones deberían replicar el trabajo de Wayra, especialmente en lo referente a la implementación del enfoque de género. Aunque es consciente de lo polémico que resulta hablar de feminismo y diálogo, entiende que es necesario, sobre todo en nuestro país que la lucha por esta igualdad recién comienza. “Porque, sí, hombres y mujeres somos diferentes, y qué rica esa diversidad. Diversidades fisiológicas, sí, pero que estas características diferentes no generen desigualdad, discriminación y, por ende, que no generen violencia. Que nos reconozcamos en la diversidad.”

Así, Karem es firme, tal como los pasos que da Wayra. Con pasión y entereza, afirma: “Si somos capaces de escucharnos, vamos a encontrar muchas cosas en común. Construir un diálogo juntas. Desde la niña de una comunidad rural, hasta la adulta en la ciudad más cosmopolita. Todas estamos en esta misma lucha para crear sociedades más justas y solidarias, en igualdad de derechos”.

¿Sabías que...?

Durante el año 2021 ocurrieron146 feminicidios, cifra que supera en 6,85% a la del año 2020

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